La Feria de arte itinerante Gran Barata, que desde 2012 viene copando espacios porteños con una propuesta fuera de toda convención dispuesta a poner en circulación obras de arte a precios accesibles, desembarcará el viernes en La Fábrica de San Telmo junto a unos 80 artistas plásticos y visuales que venderán sus producciones en una forma muy particular: dispuestas como en bateas de discos.
Cajas con dibujos, pinturas, fotografías, collages, fanzines, libros y objetos de artistas de todos los estilos y para todos los gustos marcarán el pulso de esta feria de arte que llega a su séptima edición embebida de espíritu navideño y con una original invitación que propone revolver esas cajas, a modo de disquería, hasta encontrar obras a precios absurdos que van de 50 a 750 pesos.
"Todo lo que pueda entrar en una caja es bienvenido", dice a Télam Popi Lamadrid, artista y organizadora de esta feria de entrada gratuita junto a Vanesa Gemelli, fotógrafa, y Helena Ferronato, historiadora del arte, un encuentro que además será la excusa para recibir donaciones de alimentos, ropa, juguetes e insumos médicos que serán destinados a un centros niños en situación de calle y otro de adultos.
Motivadas por el "montón de gente" que participa de cada edición, las tres al unísono confiesan que jamás hubiesen imaginado el impacto que tendría esta propuesta que nació hace dos años en un pequeño bar en San Telmo con unos 20 artistas y que ahora no sólo multiplica metros cuadrados sino también producciones: "Todo fue sucediendo muy orgánicamente, se fue dando naturalmente", repasa Ferronato.
La Feria nació con el impulso de que "los artistas puedan vender un poco más", cuenta Ferronato, mientras Lamadrid explica el por qué de este motor: "El del arte es un mercado muy complicado, sobre todo para gente joven que recién empieza, las galerías son inaccesibles, se vende muy caro"; y Gemelli agrega como dato que cuando ellas arrancaron "había varias galerías en el barrio y todas cerraron, eso habla de la situación del arte..."
Es que la Feria de arte Gran Barata se propuso redireccionar la circulación de obras, trastocar el método compra-venta, acercar el arte a un público más extenso, desvelar la solemnidad que suele acompañar a este tipo de transacciones y generar una relación entre artistas, compradores y visitantes. Esa parece ser la fórmula mágica de este evento que atrae a "muchísima gente y funciona tan bien", como define Lamadrid.
Tal vez ese freno de antemano que suponen las galerías -con precios sólo para pocos- convierte en descreídos a muchos artistas y Gran Barata buscó dar vuelta esa página: "Tenemos muchos artistas que no sabían que podían vender sus obras, con mucha producción pero encanutada y después de participar descubrieron un mundo que quizá le sirve para vivir de lo que les gusta", comenta Gemelli.
Arrancaron con 20 artistas -calcularon en forma milimétrica las cajas que entraban en el primer bar donde lo hicieron, Territorio, y daba ese número, ni más ni menos- y ahora tienen 80 y unos cuantos más que se quisieron sumar a último momento. "Hacemos curaduría de los artistas, no de las obras en puntual, y los elegimos porque nos interesa su producción", dice Ferronato.
"Tenemos muchos artistas de espíritu joven y con una onda que encastra en el evento, porque no cualquiera se banca que revuelvan sus obras en una caja", define Ferronato, y Lamadrid agrega que algunos "ya son conocidos, incluso es gente que está en Arteba donde suelen vender caro, pero acá venden por dos mangos".
"Y hasta hay coleccionistas de pequeñas obras de la Barata", refuerza Vanesa sobre esta circulación de producciones artísticas que escapa a la lógica dominante de precios imposibles y reservados, y extiende la posibilidad de más público con obras de arte en su casa y más artistas viviendo de sus creaciones.
Pero lo más interesante de esta feria para Gemelli, y sus compañeras asienten, es "el vínculo que se genera entre las personas, porque la gente elige una obra y después quiere conocer al artista, se acerca, pregunta por él. Y también es muy lindo lo que sucede entre los mismos artistas que, además de conocerse entre ellos, al final de la feria intercambian sus obras. Es un ambiente muy lindo".
En las bateas habrá obras de Santiago Gasquet, Arturo Aguiar, Sofía Durrieu, Pablo Cabrera, Matías Ercole y Jazmín Saidman por nombrar sólo algunos de los que participarán del encuentro, que además por primera vez contará con una fiesta de cierre e incluye mesa de tragos y buena música, aseguran las organizadoras.
La séptima edición de la feria de arte itinerante Gran Barata se realizará el próximo viernes en La Fábrica (Perú 442), en pleno barrio porteño de San Telmo, de 17 a 23, con entrada gratuita.
"Todo lo que pueda entrar en una caja es bienvenido", dice a Télam Popi Lamadrid, artista y organizadora de esta feria de entrada gratuita junto a Vanesa Gemelli, fotógrafa, y Helena Ferronato, historiadora del arte, un encuentro que además será la excusa para recibir donaciones de alimentos, ropa, juguetes e insumos médicos que serán destinados a un centros niños en situación de calle y otro de adultos.
Motivadas por el "montón de gente" que participa de cada edición, las tres al unísono confiesan que jamás hubiesen imaginado el impacto que tendría esta propuesta que nació hace dos años en un pequeño bar en San Telmo con unos 20 artistas y que ahora no sólo multiplica metros cuadrados sino también producciones: "Todo fue sucediendo muy orgánicamente, se fue dando naturalmente", repasa Ferronato.
La Feria nació con el impulso de que "los artistas puedan vender un poco más", cuenta Ferronato, mientras Lamadrid explica el por qué de este motor: "El del arte es un mercado muy complicado, sobre todo para gente joven que recién empieza, las galerías son inaccesibles, se vende muy caro"; y Gemelli agrega como dato que cuando ellas arrancaron "había varias galerías en el barrio y todas cerraron, eso habla de la situación del arte..."
Es que la Feria de arte Gran Barata se propuso redireccionar la circulación de obras, trastocar el método compra-venta, acercar el arte a un público más extenso, desvelar la solemnidad que suele acompañar a este tipo de transacciones y generar una relación entre artistas, compradores y visitantes. Esa parece ser la fórmula mágica de este evento que atrae a "muchísima gente y funciona tan bien", como define Lamadrid.
Tal vez ese freno de antemano que suponen las galerías -con precios sólo para pocos- convierte en descreídos a muchos artistas y Gran Barata buscó dar vuelta esa página: "Tenemos muchos artistas que no sabían que podían vender sus obras, con mucha producción pero encanutada y después de participar descubrieron un mundo que quizá le sirve para vivir de lo que les gusta", comenta Gemelli.
Arrancaron con 20 artistas -calcularon en forma milimétrica las cajas que entraban en el primer bar donde lo hicieron, Territorio, y daba ese número, ni más ni menos- y ahora tienen 80 y unos cuantos más que se quisieron sumar a último momento. "Hacemos curaduría de los artistas, no de las obras en puntual, y los elegimos porque nos interesa su producción", dice Ferronato.
"Tenemos muchos artistas de espíritu joven y con una onda que encastra en el evento, porque no cualquiera se banca que revuelvan sus obras en una caja", define Ferronato, y Lamadrid agrega que algunos "ya son conocidos, incluso es gente que está en Arteba donde suelen vender caro, pero acá venden por dos mangos".
"Y hasta hay coleccionistas de pequeñas obras de la Barata", refuerza Vanesa sobre esta circulación de producciones artísticas que escapa a la lógica dominante de precios imposibles y reservados, y extiende la posibilidad de más público con obras de arte en su casa y más artistas viviendo de sus creaciones.
Pero lo más interesante de esta feria para Gemelli, y sus compañeras asienten, es "el vínculo que se genera entre las personas, porque la gente elige una obra y después quiere conocer al artista, se acerca, pregunta por él. Y también es muy lindo lo que sucede entre los mismos artistas que, además de conocerse entre ellos, al final de la feria intercambian sus obras. Es un ambiente muy lindo".
En las bateas habrá obras de Santiago Gasquet, Arturo Aguiar, Sofía Durrieu, Pablo Cabrera, Matías Ercole y Jazmín Saidman por nombrar sólo algunos de los que participarán del encuentro, que además por primera vez contará con una fiesta de cierre e incluye mesa de tragos y buena música, aseguran las organizadoras.
La séptima edición de la feria de arte itinerante Gran Barata se realizará el próximo viernes en La Fábrica (Perú 442), en pleno barrio porteño de San Telmo, de 17 a 23, con entrada gratuita.
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