Carlos
Arístides Carrasco: Escritor
Argentino, profesor de música e historia, tiene una amplio CV de publicaciones
de obras en distintas antologías latinoamericanas, las cuales fueron premiadas.
Primer Beso
El imponente sol, había comenzado
asomar por el horizonte, como anunciando
un gran día primaveral. Fue así que decidí ir a navegar por el Rio de La Plata,
en nuestro velero, el General Belgrano, nombre elegido unánime por la familia,
en honor al crucero hundido, en la triste guerra de Malvinas. La tripulación de
ese día estaba compuesta por mi hijo y mi nieto. Tres generaciones con el mismo
segundo nombre, “Arístides”, la herencia tradicionalista de la familia. Una vez
que salimos del amarradero, tomamos una velocidad de 15 nudos, traté de
encender mi pipa, pero la bruma no me dejaba, así que le pasé el timón a mi
hijo Brian, un gran pianista si los hay, y ante todo una gran persona, eso es
lo que siempre les recalco a todos. Que lo que más admiro de una persona, es su
humildad, eso es la esencia del ser humano, es algo que nunca deben perder.
Me siento en estribor, y le digo a mi querido
nieto Arístides III, que prepare el mate. Luego de navegar un buen rato, a lo
lejos ya se asoma, el Paraná de las Palmas, rio ancho de verdad, un poco
peligroso también, debido a su profundidad y al gran transito marítimo. Mientras
disfruto mi pipa, mi nieto dice: abuelo porque no me contás una historia. Cerré
mis ojos, y vino a mi mente aquel primer viaje, que hice en lancha, a la edad
de 14 años con mis tíos y mi primo Jorge al Uruguay, personas maravillosas de
verdad. Mis tíos tenían una casa en San José, un paradisíaco lugar. Nunca imaginé
que aquellas vacaciones, marcarían tanto mi vida. Fue así que una noche en
familia, fuimos a la plaza, donde había un espectáculo súper divertido, nos reímos
mucho, y al volver con mi primo en bicicleta, tuve la desgracia de atropellar a
una niña, de mi misma edad aproximadamente. Le hice un corte en la pierna
derecha, debajo de la rodilla. Su madre me insultó y no supe que hacer,
justamente llega mi tío, nos reta a ambos, mandándonos de regreso a la casa,
mientras que el, la llevó hasta una clínica cercana. Solo le dieron dos puntos,
dijo el tío cuando volvió. Estuvimos castigados sin salir. Hasta que el miércoles,
nuevamente fuimos a la plaza, pero esta vez sin bicicletas, compramos pochoclos
y como me dio sed, fui a beber agua del bebedero, que estaba ubicada a un
costado, de una fuente de agua, que
representaba a una diosa griega. Cuando siento que alguien me dice hola, levanto
mi vista y la veo a ella, a la niña atropellada. Sorprendido y colorado
pregunté como estaba, sonriendo me dijo que bien, que ya había pasado el susto.
Consulte su nombre, y me dijo Teresa del
Carmen, yo simplemente dije Carlos. Dimos una vuelta a la plaza, ella rengueaba
un poco, mucho no hablamos, no sabía que decirle, no me salían las palabras, justamente
se largó la lluvia y se fue con un simple adiós, así que ese encuentro no fue
lo ideal, pero alcancé a decirle que el viernes, a las 8 pm, la esperaría en la
fuente de agua, para luego ir a tomar un helado. Sonriendo agacho la cabeza, lo
tomé como una afirmación. Pasó el jueves rápidamente, y llegó el ansiado viernes,
ese día fuimos a la playa, nos divertimos como siempre, pero no dejaba de
pensar en mi encuentro romántico. Era una mezcla de ansiedad, con más ansiedad,
una sensación rara pero linda. Fue así que me bañe, me perfumé y partí rumbo a
mi cita, en complicidad con mi primo Jorge. Llegué media hora antes, no quería
seria impuntual, mientras esperaba, parecía que el reloj, funcionaba más lento
que lo normal. Hasta que ella apareció, nos saludamos, la invite a tomar un
helado. Como todo caballero lo pague yo, después de reírnos un poco, fuimos a
caminar por la costanera, hasta que me dijo que ya era la hora en que tenía que
volver, porque su hermana la estaría esperando. Volvimos a nuestro punto de
encuentro que era la fuente, para buscar a mi primo y ella a su hermana.
Llegamos y no estaban, cuando lo vemos venir riéndose a los dos, comiendo
helado también. Pero antes que llegaran, ella tomó mis manos, besó mis labios. Siendo
este mi primer beso de amor, algo que jamás podré olvidar. Después que nos
despedimos, mi primo ansioso solamente preguntaba qué había sucedido, y yo no
quería contar nada, pero mi risa me delataba. Mis primeras palabras fueron, me
quiero casar con ella, me enamoré le dije, pero el no aguanto la risa, me dio
un empujón diciendo, vamos que ya es tarde. Pasaron los días, nos seguimos
viendo en la plaza y en la playa, durante las vacaciones. Hasta que volví a mi
patria, seguí mis estudios, que fueron suspendidos por un año, debido a la
colimba, servicio militar obligatorio. Seguí estudiando hasta recibirme de
profesor de historia, me casé con una bella mujer, que me dio dos hermosos
hijos, Melisa Ailén y Brian Arístides. Soy un tipo agradecido de la vida. Hoy
ya jubilado, solo me resta disfrutar los años que me quedan, junto a mi amada esposa.
Hoy ella se quedó en casa cocinando una torta, para festejar nuestro
aniversario. Y antes de salir me dijo que llevara paraguas, debido a que cada
vez que le pica esa pequeña cicatriz de dos puntos, que tiene en su pierna
derecha, debajo de la rodilla, la lluvia es inevitable, y le conteste lluvioso
o no. volveré para brindar contigo y recordar juntos, nuestro “Primer Beso”.
Autor: Carlos Carrasco
FIN
Dicho cuento corto obtuvo el 3° premio en el concurso Julio Cortázar
realizado por Isfd N39 de Vicente Lopez,Bs As, Argentina. Sin duda estamos ante un gran escritor.
Saludos Cordiales
Daniel Fernandez Di Meglio